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  • Angel Pérez

La religiosidad popular, un paseo por calles habaneras


No es difícil hallar expresiones de la religiosidad popular cubana en un paseo por las calles de La Habana. Basta estar atento al que camina a nuestro lado, a portales y ventanas, a puertas entreabiertas que nos descubren rincones del interior de las casas. Basta con acercarnos a las Ceibas sagradas y “echar un ojo” respetuoso a las ofrendas depositadas entre sus raíces.

Definir el concepto de religiosidad popular requeriría más espacio y empeño. Aquí, solo con el propósito de que el viajero esté alerta y sea capaz de encontrar sus manifestaciones urbanas, hablamos de religiosidad popular como formas específicas de manifestarse el vasto mundo de las ideas religiosas en Cuba, sistemáticamente apropiado y reelaborado en el tiempo por los sectores populares de la sociedad.

En una calle de La Habana Vieja, establecimiento para la venta de objetos religiosos.

La religiosidad popular en la sociedad cubana, muy extendida, se expresa en un nivel de elaboración intermedia de las creencias y prácticas religiosas, sin una significativa formulación ideológica o una estructuración institucional de la religiosidad. Se mueve en el ámbito de ideas y prácticas de carácter mágico religioso, donde lo espontáneo y utilitario prevalece.

Algo característico de nuestro país es la convivencia pacífica de las personas con diversos credos o que son ateos. Si bien la religiosidad en Cuba queda en el ámbito privado, hoy cada cual la puede manifestar en público sin temor alguno.

Las expresiones religiosas populares provienen de las religiones africanas, fuertemente enlazadas a elementos del catolicismo y el espiritismo.

Los viajeros interesados en estos temas buscan preferentemente conocer las diversas manifestaciones de la religiosidad popular y los cultos de origen africano, en particular la Regla de Ocha o Santería, de origen yoruba, traída por los esclavos que fueron arrancados de la actual Nigeria.

Mirada a un rincón de una casa habanera. Algunas veces se usa una muñeca negra para representar el espíritu de un ente o antepasado.

Aunque hay barrios como Guanabacoa o Regla en que los cultos afrocubanos tienen especial arraigo, en cualquier zona de La Habana podemos tropezarnos con un “toque de santo” o “toque de tambor”, una ceremonia religiosa o una ofrenda a la vista de todos. Hombres y mujeres vestidos de blanco con sus collares y pulseras de pequeñas cuentas de colores caminan junto a nosotros en cualquier calle de la ciudad.

Ofrenda entre las raíces de un viejo Laurel, en el barrio del Vedado. Santa Bárbara – Changó y la morena Virgen de Regla – Yemayá, una calabaza y un plato con restos de dulces.

Los adeptos a la Regla de Ocha creen en Olodumare u Olofi, que cuenta con emisarios, los “orichas”, poseedores de fuerza mágica o “aché”. Los orichas, como los dioses del panteón griego, son muy humanos en gustos, apetitos y conductas, “aceptan” de buen grado ser obsequiados con ron y con tabacos, infaltables en las ceremonias que se les tributan.

Durante la esclavitud en Cuba, hasta el siglo XIX, a causa de las férreas prohibiciones de los amos, los esclavos adoptaron las imágenes de santos católicos para adorar a sus orichas. El sincretismo enriqueció estupendamente el universo religioso cubano.

Así, el 8 de septiembre, día de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona católica de la Nación Cubana, es también el día de Oshún (representa la intensidad de los sentimientos y la espiritualidad, la sensualidad, el amor y la feminidad) y a la iglesia de la virgen en el populoso barrio de Centro Habana concurren tanto católicos como creyentes en cultos afrocubanos, “todos juntos, todos mezclados”, como diría el poeta Nicolás Guillén.

El 17 de diciembre se produce una de las mayores peregrinaciones del país. Decenas de miles de fieles de todas las creencias visitan la iglesia del Rincón, al sur de La Habana, para pedir o pagar ofrendas a San Lázaro, identificado como Babalú Ayé, oricha dueño de las enfermedades y capaz de curarlas.

La Regla Conga o de Palo Monte, de origen bantú; el culto Arará de procedencia dahomeyana, o el Vudú que fue trasladado desde Haití hacia el oriente cubano, son practicados en zonas específicas del país y su impronta y difusión es menor en comparación con la de la Regla de Ocha. El espiritismo ha sido muy popular en Cuba y se practica a la par y muchas veces en el propio contexto de cultos católicos o de origen africano. Imágenes de santos católicos rodeados de vasos espirituales son frecuentes en muchas casas, en las que también, en una discreta esquina de la sala se ve una ofrenda a algún oricha. El llamado “espiritismo cruzado”, es la mezcla de las prácticas del espiritismo en todas sus variantes conocidas junto a los cultos afrocubanos y el catolicismo.

Vasos espirituales, velas, caramelos de miel y elefante grabado en cristal, en una casa del barrio de Miramar

La Ceiba, árbol sagrado

La Ceiba ha sido en nuestras tierras la sustituta del Baobab africano. Es considerada la casa de todos los santos, es por consiguiente sagrada. Nadie debe talar o dañar una Ceiba. Entre sus raíces es muy frecuente encontrar ofrendas.

Amuletos y resguardos

Un amuleto tiene la función de alejar las malas influencias, la mala suerte, los malos ojos y por el contrario, atraer todo lo positivo: amor, fama, fortuna, salud, prosperidad y seguridad.

Caminando por nuestra ciudad, en algunas puertas o ventanas, podemos hallar esa peculiar imagen de un ojo del que sale una lengua sangrante, atravesada por un puñal. Es un resguardo para el “mal de ojo” o las “malas lenguas”.

“Si malos son los ojos del enemigo, peor las lenguas de los amigos”

Para la buena suerte se utilizan las herraduras, ubicadas detrás de la puerta de acceso de una casa. Herradura que preferentemente haya tenido uso y con las puntas hacia abajo, adornada o no con una cinta roja. Algunas personas portan pequeñas herraduras en sus cadenas colgadas al cuello o en pulseras.

Un amuleto muy extendido en casas y hasta en oficinas cubanas es un elefante de yeso o de porcelana, colocado con el trasero dirigido hacia la puerta de acceso. Costumbre insospechada en nuestro ámbito, pues se trata de un animal inexistente en la fauna del país y del continente. Otro tanto sucede con “indios” de yeso o porcelana, con tocado ritual y brazos cruzados de frente al que entra.

Indio enfrentando al que entra en un reconocido restaurante de la ciudad.

Una tira de tela roja en un bolsillo o amarrada a un vehículo u objeto, también proveerá la buena suerte y evitará daños de variada índole.

Cactus con tira roja, más abajo los ya conocidos ojo y lengua atravesada por un cuchillo.

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