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  • Diego Alvarez

La Habana. Por huellas argentinas


"Sembrando"

El reciclaje, proceso típico en aspectos ecológicos, es el néctar de la literatura en Habana. Recorrer librerías con tesoros irreproducibles o la Plaza de Armas con sus ofertas idílicas para quien quiera navegar estas aguas, es una actividad con cita obligada para el ojo entrenado de cualquier lector. El hábito de leer se siembra en cada rincón, en cada casa. La cosecha será indefectiblemente próspera.

"Huellas"

Carros americanos antiguos, automóviles rusos y retratos revolucionarios son marcas registradas en el catastro habanero. Apreciar la convergencia de estos factores, su comunión en la sociedad actual y su análisis según el ciudadano oriundo de estas tierras, es un ejercicio inevitable que un turista debe hacer. Abstraer cualquier prejuzgamiento previo y dejarse llevar por los hechos que cada calle, pared o persona nos pueda regalar, ha sido el valor agregado inexcusable de esta ciudad.

"El Malecón, que se prolonga en la Avenida del Puerto, testigos de la historia"

Guardianes de los vientos y horizontes. Amigos de la ciudad. El mejor respeto que se les puede otorgar es caminarlos con una sonrisa.

"Tus colores habré de seguir"

Simbología. Dependencia. Independencia. Liberación. Identidad.

"Raíces"

Hamel, alfombra corta que relata una historia larga. Callejón vivaz y valiente que grita a los cuatro vientos sus sonidos africanos, que salpica con colores la vista del turista - y de cualquiera que lo recorra - y que concentra pasión y ritmo sin reparar en cómo ello repercutirá en la memoria de quien lo viva.

"Principios"

Publicidad política gráfica. Evidente. Expresiva. Combativa. Dominante. Ideales que la sociedad ha obtenido, ha desarrollado, ha promulgado, ha requerido y que no permitirá que sean desvanecidos de un momento a otro, sin previamente luchar - nuevamente - por ellos. Ejemplo de persistencia y rigidez a lo largo de las décadas en cuanto a publicidad política se refiere. Se podrá negociar el precio de un souvenir, pero no los ideales - correctos para algunos, equivocados para otros - que supieron gestar los íconos políticos de esta sociedad.

"Lázaro San"

Sus veredas soleadas, su Habana Centro, sus silencios de mediodía y sus cableados selváticos, muestran una Habana autóctona, desdibujada para el turismo mundial, pero preciosa para el buen caminante. El recorrido recto de la calle San Lázaro puede resultar obvio y clásico en un mapa, uniendo la Universidad de La Habana con La Plazoleta de la Punta. Vislumbra el silencio de sus vecinos y las arrugas de los más ancestrales ciudadanos. Alfombra de los antiguos cortejos fúnebres de la ciudad...

"Pasillos de la independencia"

Cuba Tacón, calle respetuosa que saluda a la flameante.

"Luces del caribe"

Habana no necesita de lámparas para poder verla. Habana sólo necesita que abramos los ojos. Que estemos dispuestos a vivirla con todo lo que ella tiene dentro. Con aquello que conocemos, con aquello que nos asusta. Con aquello que nos trae curiosidad, y con lo que sentimos más cerca del lugar del cual provenimos. Habana está dispuesta a seducir, atosigar, deslumbrar, encantar, asustar y recordar. Dispuesta a un abrazo, a una sonrisa, a un lamento o a un asombro. Habana no estará dispuesta a ser aburrida ni a pasar desapercibida, a quedar recluida en un cajón como un libro olvidado. Habana no se calla y no se tapa. Escuchémosla. Veámosla.

"Resistencia"

Dijo Borges que "...el olvido es la única venganza y el único perdón". Esto se pone a prueba en varias esquinas de La Habana, en callejuelas solitarias pero con historias plenas de vida, en caserones sostenidos simplemente por el viento que viene de atrás y en árboles que no evocan perdón y tapan cuanto cemento haya sido creado por el ser humano. Recordar la historia es darle vida al pasado. Olvidarla, es vengar su existencia. La Habana somete al ciudadano y al turista por igual a esta evaluación constante.

"Ojos del Rio de la Plata"

Testigos de lo vivido en La Isla, podremos dispersar en nuestras tierras lo vivido y percibido. Lo advertido y aprendido. Lo caminado y disfrutado. Un banco en una plaza, un taxi hacia el centro, un diálogo improvisto con un habanero, un suspiro de cansancio y una sonrisa al atardecer. Vivimos La Habana con nuestros ojos, la escuchamos con nuestros oídos y la saboreamos con nuestras bocas. Eternamente agradecidos. La Habana tiene un Ángel para cada uno de nosotros...

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